domingo, 18 de septiembre de 2011

Chayanne trajo su ángel a Córdoba


"Al final me terminó gustando a mí el guaso este". Así le dijo un papá, o un esposo, a otro, a la salida del show, y sin querer se mandó un retrato de una pincelada del show de Chayanne el miércoles por la noche en el estadio Orfeo.
Un año hacía que había venido por última vez el hombre que canta Provócame, y con esa canción eligió abrir el recital en su nueva visita. La excusa para repetir su pasada fue la presentación de nuevo material: la placa de 2010 titulada No hay imposibles, que está sonando en radios, discotecas, cumpleaños, casamientos, canales de TV y canales de música, con su corte de punta Me enamoré de ti. Es su álbum número 19 en 26 años de actividad, contando 1984 hasta la fecha, lo cual arroja un fabuloso promedio.
Una docena de músicos, que lograron unos cuantos excelentes climas instrumentales durante el concierto, y ocho vibrantes bailarines -cuatro mujeres y cuatro hombres-, acompañaron a Chayanne a ofrecer un espectáculo altamente profesional frente a un estadio colmado en su mayoría, y que redondeó un total de 21 canciones, entre ellas clásicos como Un siglo sin ti, Caprichosa, Y tú te vas, Completamente enamorados y Torero, mientras que de la edición más reciente saltaron a escena Si no estás, Siento y Besos en la boca, entre otros.
"¿Hicieron los deberes con lo que hablamos el año pasado?", preguntó el puertorriqueño a mitad del recital. "¿Abrazaron mucho, besaron mucho, dijeron mucho te quiero?". Las tribunas del Orfeo se desplomaban en suspiros. "¡Qué rico que sabe cuando te dan un abrazo así!".
Chayanne tiene ese don. El de ser un cantante que sabe cómo incluir al romanticismo y a las parejas en sus canciones, pero que hace una propuesta humanamente superadora cuando se trata de amar.
A esto lo acompaña, sin un orden de preferencia, con su conocida manera de celebrar la vida, siempre a través del baile, la música, la sensualidad, la alegría. Algo que sus fans reconocieron y retribuyeron con toda clase de mimos desde las plateas. Algunas parándose en el primer minuto para escuchar todo el show de pie, con los brazos en alto, siguiendo el ritmo desde su lugar en los temas movedizos, y tarareando los del corazón. Otras acercándose al escenario para regalarle decenas de rosas, globos, remeras o banderas argentinas. Un rito que tratándose de Chayanne, va más allá de la seducción de la figura pública, para transformarse en una relación de cariño entre el artista y la gente.

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